domingo, 31 de octubre de 2010

Barrancos Conversacionales

Tengo varios amigos que trabajan en un ciber. Para los neófitos en este aberrante submundo conviene aclarar que actualmente los ciber ya no son el negocio boyante que eran antaño. Los preadolescentes que se gastaban su paga en interminables sesiones de Counter Strike y Riskettos ya tienen conexión a internet en sus casas y ahora les aguantan sus madres.

A los ciber ya sólo van gente rara y turistas -y en ocasiones una espantosa combinación de ambas cosas-. De la gente rara que aún sigue acudiendo a los cibers hay una subespecie que se ha convertido en fuente de inagotables anécdotas para mis amigos. Hablo de aquellas personas que si bien tienen internet en sus casas hay ciertas cosas que no se atreven a consultar en la red desde sus hogares. Toda clase de pervertidos sexuales reptan babosos hasta las puertas de los cibers para que internet les provea de sus dosis de ultrapornografía. Una ultrapornografía tan avergonzante y socialmente censurable que no pueden permitirse el lujo de arriesgarse a consumirla en sus casas. Borrar el historial no es una medida de seguridad a la altura.


porn, bad boy, diskette, nerd, freak, empollón, simiopata, rincon
El ciber tiene dos plantas y actualmente rara vez hay más de tres clientes en total, de forma que cualquiera que suba al piso de arriba a conectarse a internet se tatúa con neón la palabra PERVERTIDO en la frente. Sí, tatuajes con neón, si no existen no es culpa mía.

De entre todos estos subseres de los que mis amigos me han hablado hay dos que me hacen especial gracia.

El primero es un chaval que sube a la planta del amor a ver vídeos de gordas, siempre de gordas, gordas desnudas, enseñando unas mamellas pantagruélicas. Mientras que a la vez consulta información técnica sobre trenes. Tetas enormes y trenes. Una combinación absurda, completamente demencial y de una perversidad infinita. Pezones como una galleta María y la velocidad máxima del Talgo(III) al pasar por Palencia mezclados en una suerte de fantasía sexual mecanicocárnica surrealista. Un personaje Berlanguiano del siglo XXI que encuentra en el ciber un refugio en el que dar rienda suelta su mente enferma.

El segundo personaje del que quería hablaros es un zoofilo que también frecuenta el piso de arriba del ciber. Caballos, vacas, perros, sin preferencias, mucho menos específico que el anterior pero siempre dentro del ámbito campestre. Lo verdaderamente asombroso de este caso es que un día viniera con un amigo. Con un amigo a ver vídeos de zoofilia. Los dos juntos. Codo con codo. A ver cómo un perro se follaba a una chica. Sin reirse. Sin hacer comentarios. Admirando juntos el material como una pareja normal admiraría el amanecer en un parque. Un amanecer rojo como la polla de un pastor alemán.


perro piscinaVotamicuerpo diversificando.


Esta anécdota enseguida me planteó una duda muy seria. ¿Cómo entras en contacto con alguien con el que quedar para ir a un ciber a ver vídeos de zoofilia? ¿De qué manera salvas el infinito barranco conversacional que va desde una charla sobre algo normal como 'qué tal está tu madre' a 'me gusta ver vídeos de animales follando con personas, compartirías esa afición conmigo'? No hay ninguna forma de llevar la conversación poco a poco a ese terreno. Simplemente no se puede, el barranco es demasiado ancho, tienes que saltar y saltar mucho, tienes que jugártela, pero no puedes jugártela porque el barranco también es demasiado profundo. Si pierdes lo pierdes todo. De todos los zoofilos que han intentado dar el salto para conseguir un partener con el que compartir sus delicados gustos probablemente estamos ante el único caso con éxito. El resto han caído y sus restos han sido sido empujados hacia la cuneta de la sociedad desde donde se han arrastrado maltrechos a la granja más cercana.

-Anda, no sabía que tuvieras perro.
-Sí, me gustan mucho los animales.
-Pero... ¿mucho?... ¿mucho?
-...MUCHO

Imagine me and you I do
I think about you day and night
It's only right
To think about the cow you love
And hold her tight
So happy together

jueves, 28 de octubre de 2010

Anímate imbécil

Hablar por hablar cada vez se expande más a menudo fuera de los límites tácita y socialmente establecidos por la humanidad desde hace décadas: los ascensores.

Hace años ya que la gente habla de anticiclones con más objeto que romper ese incómodo silencio con el vecino del 5º con pinta de violador
-Vecino que contra todo pronóstico resulta tener unos conocimientos vastísimos sobre los movimientos de los cumunimbus, algo que le descarta automáticamente como potencial agresor sexual-.

La meteorología me parece muy bien, pero hay un tipo de hablar por hablar contra el que quiero luchar con violencia. Planteo una situación ficticia que habréis presenciado en esta u otras formas a menudo.

-Hola Óscar, ¿qué tal?
-Bf no muy bien, la verdad, el otro día me encontraron un bulto en el cuello y estoy esperando los resultados del TAC.
-Ah vaya...
-...Sí...
-Seguro que no es nada.

Seguro que no es nada, SEGURO QUE NO ES NADA. Muchas gracias Dr House, ahora me quedo mucho más tranquilo, en realidad pensaba esperar a los resultados del TAC pero el diagnóstico que te acabas de sacar del agujero del culo me viene mucho mejor, vamos, que si tú, que eres contable me aseguras que no es nada, ya no espero a la opinión de mi médico, me voy ya mismo a celebrarlo. No, no, no, no intentes pararme, ya lo has dicho, YA LO HAS DICHO.

¿Qué es eso? ¿Para qué dice la gente eso?, Vale, es un momento incómodo pero tampoco es excusa. Que además, como la idiocia es contagiosa, la otra persona estará cansada ya de oír la misma cantinela.

Desde aquí propongo erradicar esa basura conversacional de una vez por todas y para ello ofrezco dos alternativas.

1) Pedirle a la persona que te ha dicho "Seguro que no es nada" que te lo prometa. "Prométeme que no es nada", con lágrimas en los ojos. Si ha llegado hasta ahí que siga, que siga remando en la mierda. Y a contracorriente. A ver si tiene los cojonazos de prometértelo. "¿Si tan seguro estás por qué no me lo prometes? ¿Qué? ¿Qué pasa? te ha llegado un contradiagnóstico al Medic-O-Matic que tienes implantado en el culo? ¡Enséñamelo!".


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2) Si al final resulta que es algo denúnciale, cúlpale, acúsale de haberte dado falsas esperanzas. Algo como "Me prometiste que no era nada y cancelé mi seguro de vida, has dejado a mis hijos en el arroyo" sería una fórmula perfectamente válida.

Pero como soy un ser magnánimo y a menudo se me considera como el puto Rey Salomón de los consejos vitales voy a dar un consejo también a la otra parte, a la parte que se ve en la tesitura de animar a alguien inconsolable:

No lo intentes, es imposible, un Anímate imbécil es mucho más efectivo que un Seguro que no es nada. Al menos le pillará por sorpresa y a lo mejor se ríe. O a lo mejor te deja de hablar para siempre. Yo no os aseguro nada.

PD: Sí, he cambiado el diseño de mi blog y gracias al satélite espía que tengo instalado en los hogares de cada uno de vosotros he captado la reacción de uno de mis más queridos fans al ver al mono de tres cabezas danzarín:


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jueves, 14 de octubre de 2010

Mentiras de mentira

Cuando un personaje miente en una serie de televisión y se pretende que el espectador se de cuenta de que está mintiendo se produce un doble fenómeno paralelo:

a) El mentiroso miente mal y sobreactúa para que el espectador se de cuenta de que miente.

¿Pero qué pasa con los personajes que escuchan la mentira? ¿Por qué se la creen si es tan evidente su falsedad?

b) El intelecto de esos personajes se reduce momentanamente de manera que la mentira penetra con facilidad en sus indefensas mentes.

Si este efecto se acumula, por ejemplo, si en una serie#0 están viendo una serie#1 y en la serie#1 alguno de los personajes miente tendrá que sobreactuar aún más y mentir aún peor de lo que lo haría en la serie#0. Lo suficiente como para que los personajes de la serie#0 entiendan que se trata de una mentira pero no tan mal como para que los de la serie#1 le pillen.


yo dawg, lie, lie while you lie, meme, simiopata, rincon

Si además el número de series dentro de series tiende a infinito los personajes que aparezcan en ellas serán cada vez más bobos y retrocederán en la escala evolutiva en progresión aritmética. En apenas unos cuantos millones de series dentro de series podremos saludar a nuestros antepasados más remotos y hacerles todo tipo de preguntas.

No es magia, es ciencia.