sábado, 6 de febrero de 2010

Cómo destruir el mundo con recursos limitados (2) Black Hole Banana

Con la primera entrega de Cómo destruir el mundo con recursos limitados recibí numerosas quejas porque muchos considerabais que 742€ era un precio demasiado alto a pagar por destruir algo tan insignificante como el mundo.

Pues bien, nuevos hi-tech-experiments en la cocina de mi casa han dado con un método de destrucción aún más económico y BRUTAL: El Black Hole Banana©.

Ingredientes:
500 gramos de plátanos verdes. 0.90€.

Efectivamente, sólo con plátanos verdes podemos hacer temblar de miedo a la creación cual gelatina encima de una lavadora en un camión con la suspensión estropeada yendo de Valdibieso a Villahuerta sin coger la autovía.

Lo más curioso de este fenómeno fruticuántico es que en sus primeras fases ha sido observado por casi cualquier mindundi. ¿Quién no ha sido engañado alguna vez por los hábiles juegos de manos de un frutero y ha comprado plátanos demasiado verdes por equivocación? Nadie, -De hecho los fruteros terráqueos están considerados en el resto del universo como poderosos ilusionistas de vocación, afortunadamente, poco ambiciosa-. Hast
a ahora, los inocentes compradores llegaban a su casa y descubrían con desagrado la estafa frutal.

-¡Me los ha vuelto a vender verdes!- exclamaban, atónitos pues esta vez juraban y perjuraban haber estado mirando sin parpadear los hipnotizantes movimientos de las manos del dependiente.

A continuación los plátanos eran despositados en el frutero con la vaga e
speranza de que en algún momento llegasen a madurar. Meses después la fruta viajaba del frutero al cubo de la basura sin haber madurado en un proceso que muchos han comparado con la carrera profesional de Leticia Sabater. Sin embargo, pese a que no hubieran madurado, si que presentaban un cambio ligero pero de tremenda importancia en nuestro experimento: Su tamaño se había reducido, poco en varios meses, pero se había reducido.

¿Qué pasaría con esos plátanos al cabo de varios años? ¿Y de varias décadas? ¿Seguirían reduciéndose hasta desaparecer? ¿Y al desaparecer qué ocurriría? Exactamente lo que estáis pensando. Surgirán agujeros negros capaces de arrastrar al olvido primero ciudades, luego países, luego continentes, un poco más tarde planetas y finalmente tu cocina dejando tras de sí un vacío cósmico de nihilismo cuántico.

The Big Bangnana


Y ahora¡Oh astuto lector! te preguntarás ¿Cómo es que no se han generado ya agujeros negros por accidente en los vertederos municipales? Y la respuesta no podría ser más sencilla. Lo han hecho, ha ocurrido. Los encargados de la gestión de residuos llevan empleando los agujeros negros para deshacerse de la basura desde hace décadas. ¿O acaso pensáis que la basura se acumula en grandes montañas en el extrarradio de las ciudades hasta el infinito? No hombre, no.

3 comentarios:

  1. Aunque me has quitado la pregunta de mi babosa boca, tengo otra pregunta: ¿Y si algún benefactor de la humanidad (como yo por ejemplo) viendo que tu cuscús crece y crece sin parar, dejara un plátano madurar durante años para que el agujero negro resultante se tragara el cuscús que fuera creándose de manera espontanea originando una especie de equilibrio platano-cuscusero?
    halcooke

    ResponderEliminar
  2. Pakito hace un apunte interesante, y creo tener un ejemplo de encogimiento-supercrecimiento que se da de forma natural: los abuelos. Es bien conocido que los abuelos van encogiendo como pasas con complejos, pero que sus narices y orejas crecen y crecen de forma desproporcionada, creándose un precario equilibrio de masa-antimasa.

    ResponderEliminar
  3. Y si usamos plátanos del Lidl, de esos con droja?

    ResponderEliminar

¡Comenta o muere!