domingo, 27 de junio de 2010

Starbuckalypse

No me gusta el café, llamadme raro, pero no me gustan las cosas que saben a óxido y el café sabe a óxido. Mucho. Si lo que queréis es amortizar vuestra vacuna contra el tetanos emborrachaos e id a un parque infantil, será cuestión de tiempo.

Podréis decir que mi próxima diátriba en contra de Starbucks está ocasionada por mi aversión a ese menjunje repugnante pero sólo sería una sucia -y oxidada- mentira, porque si hay algo más desagradable que una bebida con sabor a óxido es una bebida con sabor a óxido a precios desorbitados; y eso es lo que ofrece Starbucks. Lo curioso es que ni siquiera tienen el monopolio del café, tan sólo tienen el monopolio del café extremadamente caro porque en realidad puedes conseguir café a precios razonables en cualquier cafetería.

Pero no, la gente rechaza la cafetería tradicional y va a Starbucks a gastarse 6€ por un cubo de agua oxidada, ¿por qué? porque es moderno y es guay, porque les recuerda al Central Perk de Friends y disfrutan con la ilusión de sentirse graciosos y guapos como sus personajes.

El éxito de una bebida objetivamente espantosa como el café ya dio muestras en su día del declive de nuestra civilización. El éxito de Starbucks es una señal inequívoca de que el fin ya está cerca. No sólo consumimos veneno de forma voluntaria sino que procuramos pagar el precio más alto posible para ello. Bravo, humanidad, bravo.

4 comentarios:

  1. Eres un ignorante, los cubos de las estrellas han venido y han construido unas bases en nuestro planeta que se encargan de seleccionar a los elegidos para el día del jumangote final. Tú sigue criticándoles y te vas a quedar aquí cuando el núcleo terrestre se convierta en frambuesa.

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  2. La lobotomia de la especie humana se hace mas aguda cuando bebemos en pajita !!!

    Y el insulto a nuestros antepasados, como no, engorda todavia mas si chupamos cafe del Starbucks...

    Donde estan los recolectores de cafe que van con burro por la selva peligrosa ¿?

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  3. Sólo una vez en mi vida cometí el craso error de entrar en uno de estos bochinches cafeteros, y lo que me llevé ni siquiera fue café: fue leche aguada y caliente como lava volcánica aderezada con unas cuantas gotas de los posos de alguna cafetera que tenían a mano. Todo por un módico precio de 3,20 euracos. Ñam.

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