martes, 7 de diciembre de 2010

El derecho a la locura.


Hace unos días en la cola del supermercado delante de mí había un señor mascullando de mal humor un monólogo interior ininteligible, masticando cada palabra como muy fuerte, trabajándose unos sujetos y unos predicados muy correosos que amenazaban con ir a la huelga y hacerse bola. La señora que él tenía delante debió de pensar que hablaba con ella y viendo que el señor sólo llevaba unos pocos artículos le ofreció pasar delante. Lejos de agradecérselo el tipo se molestó muchísimo al perder el hilo de sus pensamientos e indignado y altivo le hizo saber a la señora que no estaba hablando con ella, que estaba hablando solo. Sin ninguna vergüenza, al contrario, con orgullo, el señor reconoció delante de unos 10 extraños que estaba hablando solo. No es que los demás no nos hubiésemos dado cuenta ya, pero normalmente cuando alguien habla solo lo hace de una manera inconsciente, y cuando se da cuenta de que lo está haciendo le da reparo y lo deja.


Éste señor, llamémosle héroe, éste héroe no se doblegó ante la censura que la sociedad impone a los locos, a los que pretende esconder debajo de la alfombra, a los que no permite cruzar demasiado al otro lado, a los que exige que disimulen sus enfermedades mentales mientras anima a las personas con enfermedades físicas a exhibir obscenamente sus dolencias, a que nos restrieguen por la cara sus tumores, sus heridas purulentas y sus ojos vagos. Ese adalid en pro de los derechos de los enfermos mentales se levantó en la cola del supermercado y dijo "Hasta aquí hemos llegado", o lo habría dicho de no haber seguido inmediatamente después del incidente con su perorata interna. Es una pena que este tipo de revolucionarios suelan ser tan poco constantes, pero su mensaje quedó ahí y desde este blog quiero coger el testigo y proclamar a los cuatro vientos (o cinco, ¡o seis!, que hoy estamos que lo tiramos) el derecho a la locura, si alguien te dice que le han operado de apendicitis tú le dices que tienes agorafobia, cáncer, trastorno bipolar, pies planos, esquizofrenia, diabetes, hipocondría.

Que nadie censure tu enfermedad, que nadie se atreva, que estás muy loco.


1 comentario:

  1. Creo que en pos de proclamar el derecho a la locura, sería interesante que se unieran estos iluminados seres en alguna céntrica calle de Madrid y empezaran a lanzar sus heces a los viandantes. ¿Para qué las palabras cuando puedes lanzar heces?

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